lunes, 31 de octubre de 2011

Habituándose...

Mis queridos/as amigos/as:

Muchas personas tenemos sin darnos cuenta de ello, 7 hábitos que podríamos llamrlos mortales (pues pueden llegar a eso, a mortificar a nosotros mismos y a nuestro interlocutor):

1. Castigar
2. Quejarse
3. Culpar
4. Amenazar
5. Perseguir
6. Criticar
7. Sobornar

Estos hábitos hace que la mayor parte de sus problemas emocionales estén directamente vinculados con el hecho de que hemos aprendido a tratar de controlar a las personas que nos rodean. Aprendemos esos hábitos en nuestra infancia de... maestros, padres, abuelos y otros seres humanos (o personajes) que encontramos a lo largo de nuestra vida.

Un ejemplo para que podamos entendernos podría bien ser el siguiente: limpia la habitación, sino, no hay televisión para ti esta noche (castigo). Esas galletas que he preparado serán para ti cuando todo esté limpio y ordenado (soborno).

Después de pasar años expuesto a esta forma de manipular, finalmente comenzamos a utilizarla también. Probablemente se limpiará la habitación, pero no quedará una buena relación. El problema práctico de tratar de controlar a otros es que encontraremos una resistencia y nos responderán, es decir, lucharán; de hecho la ignorarán, mentirán, harán las cosas a escondidas o acudirán a un millón de medios, para hacer que retrocedamos en nuestra labor de castigo o soborno.

Es simplemente nuestra naturaleza humana.

Estamos genéticamente programados para resistir cuando alguien nos trata de obligar a hacer algo que no queremos. Tal vez sea más pronunciado en una persona que en otra, pero a menos que reconozcamos lo que se está haciendo y aprendamos a buscar lo que deseamos en una relación, sin tratar de controlar a los demás, todas nuestras relaciones se convertirán en una lucha por el poder que harán sufrir a todos los involucrados.

La mejor manera de eliminar éstos 7 hábitos nocivos (me gusta más ésta palabra que mortales - que le vamos a hacer -) es reemplazarlos con los 7 hábitos benignos:

1. Apoyar
2. Estimular
3. Escuchar
4. Aceptar
5. Confiar
6. Respetar
7. Negociar las diferencias.

Parece fácil, ya que lo único que uno necesita hacer es aceptar a la gente tal como es. Y, al igual que muchas cosas valiosas en la vida, los hábitos del amor son más difíciles de poner en práctica de lo que podremos imaginar, especialmente si no representan la personalidad que nos hemos formado.

Algunos aspectos que nos pueden ayudar haciendo un análisis realista: ¿Tenemos los 7 hábitos nocivos más que los benignos? Es fácil, sólo debes hacerte la siguiente pregunta o las siguientes preguntas (de marras): ¿Cómo me dirijo a la gente con la que convivo o vivo? ¿Realmente los estimuló o los coarto para que no hagan lo que desean?

Para ello, debemos escuchar con atención, tratar a las personas como si ellos fueran sus mejores amigos, escuchar cada palabra, buscar el tiempo para sentarse y realmente prestarles atención sin distraerse con teléfonos móviles u otro tipo de distracciones (que las hay y las conocemos – también llamadas excusas -).

¿Cómo lo hago? En primer lugar, deberíamos visualizar a un nuevo Yo. ¿Cómo? Haciendo una imagen mental de nosotros mismos como un ser humano que practica los 7 hábitos benignos. Luego, debemos conservar esa imagen en nuestra mente y acudir a ella cuando estemos hablando con aquel que nos necesita. En el instante en que surja la necesidad de culpar, quejarse, criticar, insistir, amenazar, castigar o sobornar, antes de decir nada, pensar si es realmente importante o si sería mejor dar amor y comprensión ante nuestro interlocutor.

También esta el aceptar la realidad: debemos comprender para aceptar. La única persona que puede cambiar es uno mismo. Cuando tenemos una diferencia con una persona importante en nuestra vida, lo recomendable sería dialogar, y para ello, a veces es aconsejable negociar. Gandhi decía que pocas manos se pueden estrechar con el puño cerrado (y estoy totalmente de acuerdo, ¿habéis tratado de estrechar una mano teniendo vuestro puño cerrado? Es más, la misma palabra ya lo dice: puño cerrado a mano abierta).

Debemos tratar de convertir (no sin esfuerzo) y luego ver que tal nos va. Pero recordad, nada es por casualidad o causalidad, si crees que tú actual forma de ver y enfrentarte a la vida te va bien, no varíes tú actitud ni una coma, y si no es así, pruebalo, es gratis, por intentarlo tal vez obtengas más de lo que esperabas (las mejores cosas suceden cuando menos las esperas):

Culpar - Aceptar
Sobornar - Estimular
Quejarse - Escuchar
Criticar - Respetar
Perseguir - Solucionar diferencias
Castigar - Apoyar
Amenazar – Confiar

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.

Un abrazo

TONI

domingo, 30 de octubre de 2011

Esclavitud: nuevas formas...

Mis queridos/as amigos/as:



¿Por qué se llama Black Berry a la Black Berry? ¿No os lo habéis preguntado nunca? (A lo mejor hay tantas cosas que no nos hemos preguntado NUNCA que ésta también puede ser una de esas preguntas que talvez obtengan una respuesta satisfactoria. A menudo sucede que los nombres que le ponen a algunos artículos que la sociedad de hoy en día utiliza (entre los que me incluye – aunque éste no sea el caso pues sigo utilizando el teléfono móvil como teléfono, es decir, para llamar, enviar SMS y poca cosa más -) tienen un nombre con un significado que tiene historia. El caso de hoy, que recuerdo me ha llegado por correo privado y he considerado que no le falta miga (historia y razón), por lo que es motivo más que suficiente para compartirlo.

Marguerite Yourcenar, en su magnífico " Memorias de Adriano", escribió:
"Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre."

¿Por qué se llama Black Berry? En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular y cacariza (no era una bola perfecta), con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón. Los amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta, suena más bonito), le llamaban "Black Berry" (cereza negra) porque se asemejaba a dicha fruta. Ese era el símbolo de la esclavitud que decía que estaría forzado a dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos campos de siembra.

En los tiempos modernos, a los nuevos empleados no se les puede amarrar una bola de hierro para que no escapen, en cambio, se les da un "Black Berry" y quedan inalámbricamente atados con ese grillete, que al igual que los esclavos, no pueden dejar de lado y que los tiene atados al trabajo todo el tiempo.

Es el símbolo moderno de la esclavitud en el que gerentes, ejecutivos, directores y empleados en general tienen uno y cualquiera puede ver cómo están pegados a él todo el tiempo, como adicción; en el baño, en el auto, en el cine, en la cena, al dormirse y no hay forma de escapar cuando llama el jefe o cuando les mandan correos.
También aquellos que no son los anteriormente citados, pero son esclavos de las últimas tendencias (tecnológicas o no – entiéndase también la moda u otro tipo de tendencias -) son esclavos (adictos a la apariencia).

No hay manera de decir que no te llegó o que no escuchaste porque este teléfono chismoso te avisa si llamaron y no contestaste, si tienes mensajes por leer, si los leíste y si los demás abrieron tus correos, te marca citas, horarios, te despierta, se apaga solo, se conecta solo, y te permite estar idiotizado horas en Internet, mientras tu esposa, esposo, novia o novio y tus hijos y familia te reclaman porque no les pones atención.

Y ahí los ves, modernos, ejecutivos que se sienten muy importantes porque "el jefe" o ellos mismos para aparentar interesantes tienen su Black Berry para que no escapen de los campos de trabajo, de estar con ellos mismos, de estar formando parte de algún momento importante y desprecian por no querer sentirse parte de algo más hermoso que un aparato (personalmente me siento indignado – palabra tan en boga hoy en día – cuando veo secuencias de éste tipo).

¿No habrían podido pensar un nombre mejor, no?

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.

Un abrazo

TONI

miércoles, 26 de octubre de 2011

La actitud...


Mis queridos/as amigos/as:

¿La actitud personal ante un problema sea de la índole que sea cura? Yo digo que si. Basándome en las diferentes definiciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos encontramos:

“Disposición de ánimo manifestada de algún modo”, en ella cita algunos ejemplos una actitud benévola, pacífica, amenazadora, de una persona, de un partido o de un gobierno. Por el contrario no añade la de saludable, no entiendo porqué, puesto que una actitud saludable sirve para conservar o restablecer la salud corporal (y mental) o también, referente a los físico, tener buena salud y/o u aspecto sano.

Y ¿qué es estar sano? Sencillo, no estar enfermo, de ahí que haga referencia a lo físico y mental. Los antiguos Maestros decían que para tener una mente flexible hay que tener un cuerpo flexible, y que para llegar a la mente, el mejor camino es por el cuerpo. Esto es así desde los tiempos en que el hombre decidió erguirse sobre sus cuartos traseros y ponerse de pie.

Si sumamos a saludable a una actitud, la disposición del ánimo sirve para conservar o restablecer la salud, recordando siempre que antes los imponderables está Dios, Ala, el Eterno, el Innombrable o el Universo.

No está demostrado científicamente que genoma hace que un enfermo sane teniendo una actitud y un estado de ánimo favorable, todos le ponen “X”. Pero al mismo tiempo, la comunidad científica reconoce que ante un problema, el estado de ánimo (actitud saludable) ayuda a la recuperación y si, ésta no es viable, afronta el problema desde una actitud más positiva, quitando cargas emocionales a sus familiares y amigos, infundándoles un estado de ánimo que en vez de desanimar, anima a seguir en la lucha diaria y, afrontar la vida desde otro punto de vista.

Un médico de California, despejó la incógnita de la “X” identificándola con cualidades humanas como la adaptabilidad, resistencia, fe, esperanza, determinación, tenacidad, amor, empatía, inteligencia, ingenio e instinto (muchas de ellas – o todas - sólo aparecen cuando oímos tronar). Estas cualidades las agrupo en cinco perfiles de personas:

- El luchador: aquel que aunando fuerza de voluntad y determinación, resiste y sale adelante. Acostumbra a exigirse mucho a si mismo para dar precisamente eso, lo mejor de si mismo. Se cae y se vuelve a levantar, siempre mira hacia delante y va en esa dirección, aunque los demás desistan.

- El creyente: deposita su fe en lo superior (se llame como se llame). De ahí obtiene el optimismo y la esperanza necesaria para tener una actitud favorable. Como todos, puede, basándose en esa fe, cambiar una actitud negativa hacia una positiva.

- El conector: su poder reside en el vínculo que establece con su entorno. Ese amor que siente hacia si mismo y en extensión hacia los demás, le da las fuerzas necesarias para ello.

- El pensador: es aquel que analiza el problema, que sabe encontrar una solución, pues observa desde ángulos que antes no hacía. No se preocupa, se ocupa.

- El realista: aquel que no huye, que no se esconde. Sabe identificar el problema y lo afronta desde la realidad desde el primer segundo. E incluso hace suyo ese viejo proverbio oriental: siéntate en la puerta de tú casa y verás el entierro de tú enemigo pasar.


Una persona que se siente víctima de un problema, retrasa la curación y la solución del problema. Le es más fácil que alguien se lo solucione, y mientras ésta no llega, el papel de víctima le mortifica: no terminar de morirse es para algunos vivir.
La actitud en la vida lo es TODO. Y si os parece fácil cambiarla, desde aquí os digo que no. Que hay un esfuerzo, una constancia, un seguir adelante, un buscar soluciones cuando fallan las realizadas. Actitud positiva no es ser un optimista que no ve la realidad, al contrario, por eso decide cambiarla. El cómo lo haga es algo personal de cada uno, pero recuerda que cuando quieras un consejo profesional, acude a un profesional y no a un amigo (al amigo acude para que te ayude).

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.

Un abrazo

TONI

domingo, 23 de octubre de 2011

Otoño...


Mis queridos/as amigos/as:

Hace días que pensaba precisamente en éste artículo, la causa de no publicarlo, bien sencilla, aún hacía tiempo de verano, es decir, calor (mucho calor para las fechas – hay algo que en la preservación de la naturaleza estamos haciendo mal pues las estaciones se alargan o acortan y los tiempos andan cambiados -).

El otoño, que entró el pasado 21 de Septiembre, es la estación de la introversión. Ésta se manifiesta con cambios. Cambios que en la observación de la naturaleza, podemos ver bellos y vivos colores, el verde poco a poco va desapareciendo, dando paso a los diferentes tonos de amarillo, naranja (aunque para mi todo son variantes del marrón – a ver quién se come éste -). La naturaleza se prepara para el cambio. Y nosotros, los seres humanos (que también lo somos), debemos de adaptarnos y aceptar el cambio de estación y la esencia que ella nos trae.

¿Qué cuál es esa esencia? Sencillo, la Primavera es una explosión a la vida que queda consumada en el Verano. El Otoño pues es el cambio hacia dentro, hacia la interiorización que se consuma con la llegada del Invierno (próximo 21 de Diciembre –las estaciones van de trimestre en trimestre -).

En éste estación, todo lo de fuera se cae y lo importante se encuentra dentro, en lo interior. Para que nos entendamos, las verduras y hortalizas de l época se encuentran dentro de la tierra, los árboles se quedan sin hojas y toda la esencia de vida, la concentración de los beneficios de las plantas se pasa a la raíz. Y es ahí, dónde deberíamos de hacer lo mismito. Lo que sucede es en los seres humanos precisamente lo contrario.

La sociedad actual nos obliga de alguna manera a vivir de puertas afuera y nos olvidamos de la pureza y riqueza que tenemos dentro de cada uno de nosotros. Y ahora que el tiempo empieza a no acompañar tanta vida al exterior, deberíamos de aprovecharla para hacer eso precisamente, lo que la naturaleza nos enseña y no queremos hacer: interiorizar para enriquecernos y ser mejores, de ésta manera poder beneficiarnos y por extensión, beneficiar.

Y claro, es que nuestro cuerpo está deshabitado de nosotros mismos, vivimos huyendo de nosotros mismos, nos cuesta estar solos. Y ¿por qué? También es sencilla la respuesta: o nos tenemos miedo o nos despreciamos pues carecemos de autoestima suficiente o, ésta es inexistente.

Pero claro, la sociedad marca sus normas y si no las seguimos, corremos el riesgo de ser unos inadaptados. Que difícil equilibrio mantener el mundo interior y exterior parejo. Y querido amigo, vivir es sencilla y simplemente el arte de equilibrarlos para lograr un mejor evolución personal (y aquí entra la fuerza de voluntad – que aunque pueda parecer fácil no lo es en absoluto -).

No perderemos nuestra identidad externa porqué deseemos conocer nuestra identidad interna y, ahora es un buen momento. Cada uno de nosotros en su esencia (y en su ADN) es único, lo que nos hace verdaderamente excepcionales y maravillosos.
Y ¿cómo diantre se hace eso? Sencillo también, basta con escuchar nuestro cuerpo, lo que nos dice, como nos habla. Haciéndolo, llegaremos a conocernos mejor y esto, nos llevará a ser mejores con nosotros mismos y por extensión, con los demás. Merece la pena escucharnos, aparte de ayudar a evolucionar, mejora también nuestra salud física, psíquica y emocional. Si aprendemos a comunicarnos con nosotros mismos, también aprenderemos a comunicarnos con los demás. Si aprendemos a escucharnos, también aprenderemos a escuchar lo que nos dicen.

Probadlo, es gratis. No se pierde nada, pero probar no es desistir a la primera de cambio. Dentro de cada uno de nosotros se esconde la persona más maravillosa del mundo. Atrévete a conocerla.

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.

Un abrazo

TONI