lunes, 15 de diciembre de 2014

Apegos...


Mis queridos/as amigos/as:

Alguien decía que no hay nada más peligroso que una idea, cuando es la única que se tiene. Evidentemente existen preferencias y posiciones definidas frente a distintos sucesos de nuestra vida, y es normal que sean respaldados los puntos de vista en los que creemos: es la mente que juega a razonar y exponer hechos.

Apegarse a una idea o un punto de vista (el propio o ajeno) o incluso a alguien, no es ya defender sus creencias (propias y/o ajenas), sino la relación que establecemos con ellas, fundamentadas en principio, en aspectos del todo insalubres. A saber:
- Nos sentimos en posesión de la absoluta verdad (o verdad absoluta) y,
- Identificarse con la creencia de tal manera que se es incapaz de renunciar a ella.

Aferrarse o apegarse a ello con uñas y dientes, le genera dependencia emocional (aunque él crea que es estabilidad). Así de absurdo (y poderoso) es el apego. De ahí al fanatismo, la delgada línea roja es muy fina.

El que se siente apegado a una idea o a algo o a alguien, las otras visiones o puntos de vista, están equivocadas y sólo existe su verdad (no hay pero ciego que aquel que no desea ver).

El autoengaño, generalmente siempre juega malas pasadas y entra por cualquier resquicio (es como el agua, siempre encuentra un lugar por dónde penetrar). Nos es más saludable ceder ante las evidencias que perseverar en ellas, pero es más fácil creer lo que uno cree sin importarle lo que los demás nos aconsejan, pues tememos al dolor de descubrir la verdad, o lo que es mejor: las cosas no son como queremos que sean. Las cosas son como son (pero es más fácil vivir en una mentira y continuar sobre lo que de momento y en principio me produce placer que un dolor detectado y descubrir lo erróneo de mi proceder).

Un ejemplo:
“Dos vendedores católicos están trabajando delante de un lupanar (burdel). Observan que entra un rabino y uno le dice al otro: ¿Qué se puede esperar de un rabino?. Al poco, entra un pastor protestante y el otro le comenta: ¿Y que debemos esperar de un protestante?. Entonces ven llegar a un cura, cubriéndose con la bufanda, abre la puerta y entra. Entonces ambos se miran y se dicen: Algunas de las señoritas que trabajan allí deben estar muy enfermas, ¿no lo crees así?”.

Si no hay (que normalmente los hay, pero para ello debes de ser valiente, no sentirte apegado y aceptar) otros puntos de vista válidos, el mundo gira a tú alrededor y eres insoportable. Tú idea es la que vale y los demás son los ciegos.
Defender lo que uno piensa es normal, hacerlo con pasión armoniosa es de sabios y, utilizar una pasión obsesiva es de tontos.

La información es poder, SI. Pero si no la contrastas, no la investigas, no la analizas, no la estudias, y te la crees tal cuál; esa información te dará el poder de ser más tonto.

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.
Un abrazo

TONI